Mitos y leyendas de Adro Vello (O Grove)
¿Quién mató al Meco?
Cuenta la leyenda que en el pueblo de O Grove, allá por el siglo XV o XVI, vivía Juan de la Meca, un cura más conocido por todos como el «Meco». Libertino y déspota, el religioso no dudaba en atribuirse el derecho de pernada en toda la villa y abusar de él. Este privilegio permitía a los señores feudales pasar la noche de bodas con las mujeres de sus vasallos y mantener relaciones sexuales con ellas.
Hay dos versiones diferentes de esta leyenda. En una de las versiones, el cura, tras perder una partida de cartas con un joven muy apreciado en el pueblo y viéndose humillado, le dijo: «Alégrate hoy, que ya me alegraré yo mañana con tu amada». Al oír esas palabras, y en un arrebato de locura, el joven enamorado asesinó al cura.
En otras versiones el joven fue ayudado por los vecinos, y en la recogida por el Padre Sarmiento (Viaje a Galicia, 1745) fue un grupo de mujeres el que decidió tomarse la justicia por su mano.
El caso es que el Meco, en todas sus variantes, terminó colgado en una higuera en el punto más alto de la localidad, el monte Siradella.
El lugar en cuestión no fue escogido al azar. A la entrada de O Grove, la «Figueira do Meco» servía de aviso para los futuros visitantes, señores feudales o forasteros, que pretendiesen seguir los pasos del eclesiástico y abusar de sus gentes.
Poco después, cuando la justicia llegó al lugar del crimen en busca de un culpable, a la pregunta del juez: «¿Quién mató al Meco?» Todos a una respondieron: «¡Al Meco lo matamos todos!». Así, sin pruebas ni culpables, el crimen nunca llegó a esclarecerse. Mito o realidad, los y las grovenses pasaron a adoptar entonces para sí mismos el apodo de «os mecos» en honor a aquella hazaña que los dejó libres.
Hoy en día, en el lugar de los hechos nos encontramos con el mirador de Siradella, donde pervive la «Figueira do Meco», que crece en una grieta en las laderas del monte. La leyenda popular menciona que los frutos de este emblemático árbol siempre serán de color rojo, ya que «llevan la sangre del Meco».