El mundo galaico asume las creencias y tecnologías romanas
El castro es conocido por el interés y la importancia de sus hallazgos materiales, sobre todo figuras de bronce, aunque son pocas las intervenciones arqueológicas realizadas.
Es un castro de pequeñas dimensiones, con acrópolis rodeada por tres terrazas o recintos. La croa, de forma casi circular, está delimitada por la muralla y, por debajo de esta, dos terrazas de anchuras variables dan paso a un parapeto y foso.
En la última terraza de la ladera Sur del castro se encuentra la capilla del siglo XVII dedicada a San Bartolomé.
Durante el siglo XX sufrió la acción de los furtivos del patrimonio que a diferencia de los vecinos del lugar fueron recuperando diferentes materiales superficiales, entre los que destaca la representación en bronce de Mercurio. Otros muchos sólo los conocemos por las noticias de la prensa y están en paradero desconocido.
Las diferentes intervenciones realizadas no han sido suficientes para establecer una cronología precisa del yacimiento. A través del estudio de los bronces espoliados se estableció una cronología aproximada de este material datándolo entre los siglos III y IV. La reciente revisión del material cerámico recuperado permitió retrotraer el inicio de la ocupación del yacimiento a los siglos IV-II a.n.e.
Dominando el río Miño
Su situación geográfica facilita un amplio dominio visual del entorno y a la vez es visible desde cualquier punto del valle del río Miño. El control de estas tierras resultaba fundamental, ya que era donde los habitantes del lugar encontraban sus medios de subsistencia. En estas tierras también pastoreaban los animales de su cabaña ganadera. El Miño era también un río importante en la Antigüedad, ya que en sus aguas se practicaba la pesca.