Un yacimiento complejo
La arqueología ha dejado al descubierto diferentes elementos que han ido dando forma a un yacimiento más complejo de lo esperado. Podemos distinguir varios sectores con restos constructivos y funcionalidades totalmente diferentes.
Atendiendo a los resultados de las excavaciones arqueológicas aquí realizadas, podemos distinguir tres fases en la ocupación del poblado:
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Una primera ocupación, entre finales del siglo V a.n.e. y mediados del siglo IV a.n.e., a la que corresponden los agujeros de poste, gavias y fosas, que en algunos casos cortan el sustrato granítico, dejados por las cabañas realizadas en material perecedero.
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Una segunda fase, entre el siglo II a.n.e. y comienzos del I a.n.e. en la que se produce la petrificación de las estructuras anteriores y una nueva redistribución urbanística. Las cabañas de este momento son circulares y ovaladas, de diversos tamaños. Durante esta fase se inicia la construcción de la muralla.
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La última fase de ocupación supone la mayor reordenación del poblado, que ya está rodeado por una gran muralla monumental que alcanza en algunos puntos casi 5 metros de altura. Nuevas estructuras se superponen a las anteriores y se produce un importante movimiento y acopio de tierras para la realización de aterrazamientos. Es el momento en el que surgen las desigualdades sociales que se materializan en las diferencias arquitectónicas de las estructuras habitacionales.
A mediados del siglo I el castro es abandonado, posiblemente como consecuencia de un gran incendio que afecta a una gran parte del poblado. Esto supone el fin de un lugar y una cultura.
El castro ya no volverá a ser habitado, aunque en un momento puntual del siglo III se oculta un tesorillo de 15 monedas romanas en el derrumbe de la muralla.
Controlando el río y las tierras de cultivo
Este yacimiento arqueológico se localiza sobre una colina con un amplio dominio del valle final del río Umia y las fértiles tierras de cultivo cercanas. Durante la última fase de ocupación el castro tiene unas dimensiones considerables y se calcula que alberga a casi unas 3000 personas. Se produce la mayor reordenación hasta el momento del poblado y la construcción de nuevas estructuras. El gran excedente de cereales favorece este crecimiento de la población y crea la necesidad de construir estructuras de almacenaje tipo hórreo para conservar los cereales cultivados en las tierras circundantes del castro.