Yacimiento - A Cabecina

Una etapa de transición y cambios

Es un sitio arqueológico complejo que nos ayuda a comprender la transición entre el Bronce Final y la Edad del Hierro. Presenta una ocupación de la Edad del Bronce no sólo habitacional, sino que el entorno inmediato está “ritualizado” por un abundante y complejo número de grabados rupestres, de petroglifos.

Posteriormente se reocupa en el Hierro I con un poblado fortificado, que presenta una ocupación más o menos continuada desde el siglo VIII a.n.e al siglo I.

En las intervenciones arqueológicas realizadas se descubrió que los primeros trabajos realizados en el promontorio fueron los de construcción de su sistema defensivo, aprovechando los afloramientos rocosos del lugar y el relleno y acondicionamiento del espacio intramuros.

En las terrazas interiores que dan al sur se detectaron los restos de las primeras cabañas del poblado, hechas con materiales perecederos (madera y barro). Esta manera de construir se modificará a finales del siglo V a.n.e. comienzos del IV a.n.e. introduciéndose la construcción en piedra, eso sí, siempre con plantas circulares. Destaca la documentación de enlucidos exteriores ocres.

No se puede afirmar en qué momento exacto se produce el abandono de estas cabañas, pero con seguridad es anterior al siglo I a.n.e, pues ahí se produce una reocupación, la última ocupación del lugar ya en época romana.

El control de las rutas marítimas

Su ubicación es estratégica, con una amplia panorámica sobre el Atlántico y los valles del sur. Controla además el único punto de amarre en este tramo agreste de costa atlántica (puerto de Mougás). A este respecto se integra en una red de castros (Cano dos Mouros, A Chavella) que domina esta ruta marítima, fundamental para el intercambio de ideas, objetos y personas a comienzos del primer milenio a.n.e.